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Ne me quitte pas" Bruselas 1962
Yo te ofreceré
perlas de lluvia
traídas de un país
donde nunca llueve.
«No me dejes./ No quiero llorar más./ No voy a hablar más./ Me esconderé aquí,/ para mirarte,/ bailar y sonreír,/ y para escucharte./ Deja que me convierta/ en la sombra de tu sombra,/ la sombra de tu mano,/ la sombra de tu perro. / No me dejes...»,
Jacques Brel- AMSTERDAM(1964)
Desde el más puro centro
gritas.
Permaneces en todo.
Un instante rocé
aquellos lugares de los que hablas.
Suficiente.
Aún permanezco asustado
de lo que significa
estar vivo.
Alguien,
resuena para mí.
Te debo un día,
en el que sé que hacer.
Cronocopiando
"Brel, como Brassens, no duda en cantarlo todo de todos: del diablo, del odio, de la ternura, de las mujeres, de las damas protectoras, del próximo amor, de Rosa, de Mathilde, de Marieke y de Clara, de los nombres de París y de la Bruselas de sus abuelos, cuando él «esperaba la guerra» y ella «esperaba a mi padre», o de los burgueses, de cuya forma de ser nunca pudo sustraerse del todo, aunque llegara a maldecirlos con sangrante ironía: «Los burgueses son como los cerdos, cuanto más viejos se hacen, más estúpidos se vuelven"
Le diable, allá por 1957: «Nada se vende pero todo se compra./ El honor e incluso la santidad, esto marcha./ Los Estados se transforman a escondidas/ en sociedades anónimas, esto marcha./ Los grandes se disputan los dólares/ venidos del país de los niños./ Europa repone El avaro...»
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